Aguas Termales Kemi

Las largas, arduas horas que su viaje valieron para llegar hasta ese lugar, agotaron sus energías de un modo tal que nunca antes había sentido. El cansancio no parecía una molestia en un principio, pues mientras se mantuviera en actividad, su cuerpo continuaria funcionando, luchando por dar el siguiente paso, luego el siguiente y así hasta llegar a su destino... El cual, era un completo y total caos, una sombra, una mancha negra que nublaba su inocente mente. Finalmente, fue inevitable, cayó exhausta a pocos metros de ver el claro donde se alzaban las hermosas aguas de las termas, en ese país al que recientemente arribaba, sin conocer si quiera el nombre de dicho lugar.

Con sus últimos recursos, sacando coraje de lo más profundo de su espíritu, consiguio ponerse de pie una vez más, igual que siempre habia visto a su hermano hacer... Seguir adelante, sin importar las consecuencias...

- Her... hermano... -

Era inevitable, el recuerdo de su hermano trajo consigo las lágrimas que opacaron su visión en breves instantes. No obstante, debía seguir esa enseñanza, esa habia sido su promesa. Con el dorso de su mano borró los signos de aquel momento de debilidad que en absoluto habrían agradado a su difunto mellizo, forzándose a sí misma a crear una máscara de falsa felicidad, de una fortaleza que en realidad no sentía. Sus torpes pasos le condujeron sin que ella lo ordenase al borde rocoso, donde el agua quedaba cercada por la tierra, de ella surgiendo vapores que dibujaban figuras inentendibles en el aire. La atmósfera hizo que le resultara más dificil respirar al pequeño ángel, por lo que debió sentarse, dejandose caer al principio, a la orilla de dichas aguas. Aún no se atrevía a introducirse por completo, pues el cansancio seguramente haría que se olvidara de como flotar, por lo que, con las piernas sumergidas hasta las rodillas en el cálido liquido que ebullia esporadicamente en distintas zonas, exhaló un largo suspiro, en tanto que sus manos buscaban el monton de papeles encuadernados con tan mal trabajo que podrían separarse y dañarse todas las memorias en ellas escritas en cualquier momento. No abrio dichas páginas, pero procuró mantenerlas contra su pecho, como si ello le trajera alguna clase de alivio a su dolido corazón.

Su mente comenzaba ya a sumergirse como era costumbre mientras estaba sola, en aquellos pesares, aun cuando eran más las alegrías pasadas con su hermano y el grupo de guerreros al que alguna vez habia pertenecido. Recordaba cada rostro, cada faccion, cada palabra con tal claridad que podría bien haber escrito un libro detallado de todo acontecimiento sucedido en aquel horroroso infierno y dar tal vitalidad al escrito, que, quien lo leyera, podría sentirse viviendo a carne viva los relatos que en él leeria... O quizá solo tomarle de broma, pues aún cuando conseguia recordar de manera tan brillante las imágenes, los nombres jamás podría ponerlos en sus labios una vez más, pues para ello, su memoria solia hacerle pasar malas jugarretas. Suspiró con este pensamiento tranquilizando el mar de caos que en su mente afloraba, creyendo firmemente que esa era la única razon por la que su corazón se sentía más calmado... Pero pronto debió darse cuenta que estaba en un error en esta idea, pues, si bien antes había cerrado con delicadeza sus párpados, al abandonarse a los recuerdos, ahora abría estos con tal exaltación, mientras frente a ella se dibujaba la figura de tan hermosisima dama que creyó estar viendo una alucinacion...

La sensación que le producia el verla, sin embargo, tan real, le recordó por breves instantes a la calidez que le provocaba permanecer al lado de su maestra, la piadosa Diosa que en su momento habia cuidado y educado de ella como a su propia hija. Se levantó sin pensarselo, tan repentinamente que el cuaderno estuvo a punto de escapar entre sus finos dedos, pero, para su fortuna, alcanzo a salvarlo antes de que cayera al agua, perdiendose para toda la eternidad. Sus oidos percibieron con agrado las palabras emitidas por ese hermoso ser, aún cuando su mente se negó a salir de la completa ensoñación y la triste oscuridad en que habia caido con tanta facilidad. Fue por ello, más que por cualquier otra causa que el pequeño ángel retrocedió un paso, incluso desobedeciendo a la peticion hecha por la dama. Negó en varias ocasiones con la cabeza... No conseguia comprender cómo sabía que ella pertenecia a la Gran Madre, ni cual era el verdadero motivo de su estadia en ese lugar. Ni siquiera cuando escuchó sus últimas tres palabras accedió a acercarse.

Así, todavía sujetando con firmeza entre sus delicados, blancos dedos el cuaderno, como si de ello dependiera su vida, dedicó una mirada seria, intentando bloquear todos los impulsos que su cuerpo le daba por salir corriendo o por enviarle alguna onda desafiante a la bella doncella, pues había aprendido bien sus modales tanto de su maestra como de su hermano. Con no poco esfuerzo entonces, se limitó a hacer una reverencia al más puro estilo medieval que correspondia a las doncellas dignas de ser llamadas "mujeres de clase", y, al incorporarse, dejó escapar un susurro apenas audible, con una voz fina y educada, inocente e infantil, necia, pero bien con una dulzura natural que jamás podría haber ocultado en su voz.

- Mil disculpas, My Lady, le ofrezco por esta descortes reaccion que he tenido ante su presencia... Pero me es dificil aún asimilar cual es el origen de esta grata visión y creer que es real, tiene un alto costo para mi mente en estos momentos... ¿Ha dicho usted que va a cuidarme? ¡Ah, no sabe cuan hermosas palabras me ha dedicado, My Lady! No obstante... Yo no puedo permitirme caer en una encruzijada del destino una vez más, como tantas veces fueron los villanos a engañarnos, haciendose pasar por aliados solo para acribillar en la noche nuestros pechos reposando en dulces sueños o amargas pesadillas... ¡Oh, no, My Lady! ¡Suplico a usted que disculpe mi agravio, pero me es necesario conocer su nombre antes de poder depositar en usted mi confianza y poner a su merced mi cuidado! ¡En verdad, sé bien que mi maestra me hará pagar duramente mis malos modales cuando se entere, si esta historia es realidad pero... Ciertamente no puedo dejarme vencer, justo cuando mi propia misión está apenas en sus inicios! -

En sus ojos, aquel destello desafiante, en el cual concordaba con su difunto hermano, no podría ser borrado con tanta facilidad. Aún sabiendo que con ello estaba ofendiendo a su maestra, pues ella bien le habia educado para ser amable con cuanto ser se le presentara, pues en cada uno yacía una pizca de su propia esencia, de la esencia de la Gran Madre, de las andanzas con su querido hermano habia aprendido que no todos los corazones eran tan puros como se esperaba que fueran, que no en todos podría confiar su corazón ni su confianza. Crueles eran las enseñanzas que su aventura le habia dejado como recuerdo, pero más ingrata era la fortuna por haberle causado tan tremenda herida a su alma, diviviendola en dos al haberle dado tal destino: la soledad.

Era este el pensamiento que le habia obligado a cerrar con fuerza sus ojos, para mitigar la creciente sensación que romperia a llorar de un momento a otro. La voz de aquella hermosa dama, sin embargo, consiguio sacarla con facilidad increible de aquella terrible pesadilla en que se veia nuevamente cayendo. La sorpresa que el acento élfico, hacia años no escuchaba, sólo pudo ser sobrepasada por el tatuaje que alcanzó con toda claridad a contemplar en su frente, así como la oz que reconocio como marca innegable de las sacerdotizas de su amada Madre. Aún antes de que sus palabras callaran una vez más, el pequeño ángel cayó de rodillas, con las palmas apoyadas en las rocas húmedas que bordeaban las termas, llorando amargamente el haber dudado de tan noble empresa dictada por su maestra y aquella hermosa sacerdotiza. Asintiendo en variadas ocasiones, por afirmar las oraciones que aquella delicada voz emitía respecto a su propio pasado y a la tarea que su corazón aguardaba con ansias cumplir, dejó que las lágrimas corrieran por sus mejillas durante segundos que parecieron más largos que nunca.

No obstante, pronto las páginas resentidas por la humedad caliente del lugar, llamaron su atención, razón por la cual se incorporó lo suficiente para quedar en cuclillas, con sus brazos apretando con proteccion el cuaderno maltratado contra su pecho. Poco a poco, fue recuperando su temple, levantandose con cuidado, sin usar sus manos hasta volver a estar de pie, con todo respeto frente a esta dama, aunque todavia manteniendo su rostro oculto por sus platinados cabellos, bajo por la pena de haber sufrido tal arranque de debilidad.

- My Lady Nimue... Creo, creo verdaderamente en sus palabras y agradezco de todo corazón aquello que ha deparado para mi en esta ocasión el destino, llevandome al encuentro con usted, tal cual designó mi Madre, mi maestra... ¡Verdaderamente nada más deseo en estos duros momentos que volver a sentir la calidez del abrazo de mi maestra, se lo juro! Pues bien, he de acompañarle siempre que me sea posible, pero comienzo a dudar que el permiso de entrar a la famosa Isla de Avalon me sea concedido con tanta facilidad como es para mis oidos recibir su grata invitación... Ocurre... en primer lugar, que mi nombre es Rei Rodercraft. El apellido que porto pertenece a una noble familia de ángeles que fue manchada por el desafio de mi padre, el ángel del equilibrio al unirse con un demonio femenino, cuyo nombre era Sigune. De esa impia union nacimos mi hermano mayor y yo, y por tanto, en mis venas no solo corre la sangre angélica de mi estirpe, sino tambien la sangre demoniaca a la cual se le prohibe poner pie en esa Isla Sagrada... Por tanto, ruego a usted me explique de razón que yo, en mi corta experiencia de vida, pueda compreder qué método maravilloso ha de usar para que pueda acompañarle sin sufrir los estragos de ese conjuro bien sabido que rechaza la entrada a cualquier alma impura... -

Con su rostro oculto bajo algunos platinados, rebeldes mechones, su visión quedaba parcialmente oculta, más aún porque las lágrimas opacaban sus rojizos ojos, color que resultaba evidencia de la sangre impura que corría por sus venas, alimentando cada célula de su cuerpo físico. Sostenida por las pocas fuerzas que le restaban, pues ni bien habia conseguido descansar desde la huida, tambaleó levemente, consiguiendo en pocos instantes guardar el equilibrio, asegurándose que su debilidad no se vislumbrara más allá de lo que realmente deseaba mostrar. Era cierto, necesitaba reposo, pero su necedad era apenas sobrepasada por su orgullo... ¡Oh, terrible pecado aquel que cometía!

Un pesado suspiro, ya más bien parecido a la exhalación de quien ha corrido miles de leguas descalzo, escapó por sus labios entreabiertos, un par de segundos antes de comenzar a percibir un cambio repentino en el aura de la doncella que yacía frente a ella. Reconoció de inmediato la energía que fluia, concentrándose en el cuerpo de la sacerdotiza, y no requirió ninguna presentación. Inclusive a traves de la voz propia de la Dama, podía distinguir la voz de su maestra, de su amadísima Madre, que en esos momentos invadía con fuerza y amor aquel cuerpo para poder presentarse en la vida terrenal. Con el dorso de su mano diestra limpió en el acto las molestas lágrimas que escocian en sus ojos, mientras que la zurda permaneció presionando con fuerza sacada de algun lugar desconocido el cuaderno contra su pecho.

Al escuchar, atentamente cada palabra, observando cada gesto realizado tanto por su Madre como por la sacerdotiza, no requirió de más dudas, salvo por aquella que gobernaba en ese momento su corazón... Ya sería luego tiempo de revelarla. Un ligero sonrojo coloreó dulcemente sus pálidas mejillas, más blancas de lo usual en el pequeño ángel, pues habia pasado largas noches en vela, largos caminos recorridos y largos periodos de ayuno que, de no ser por su condición de híbrido, dificilmente habría logrado resistir. En su mirar se reflejó por primera vez una gratitud extensa, al igual que la bella e inocente sonrisa que sus labios se atrevieron a delinear, demostrando que hasta el más pequeño rincon de su alma estaba llorando de agradecimiento, de felicidad, por fin sabiendo que podría dar descanso a su fragmentado corazón.

- Oh, My Lady Nimue... Oh, mi amada Madre... Acepto, acepto de todo corazón esa invitación que por tanto tiempo he anhelado. En verdad, le ruego disculpe mi anterior descortesía, mi desconfianza por un ser tan puro y hermoso como lo es usted. Es cierto que entre mis andanzas sufrimos traiciones, pero la belleza de esas enseñanzas es no olvidar a quienes no nos abandonaron jamás... Y la Luna brilló siempre sobre nuestros corazones heridos, alimentando la esperanza de que el Sol volvería a acariciarnos con sus paternales rayos al amanecer. Oh, cuan hermosa es esa sensación, solo comparada con el calor que provee el abrazo de una madre... Mi señora, te seguiré sin temor a donde desees llevarme y creeré firmemente en que existe un lugar para mi en esa maravillosa Isla que nos aguarda, para que con ello me sea revelada su verdadera ubicación. Deseo, pues, que pronto llegue el momento de regresar a mi humilde morada, a mi verdadero hogar... Ah, sí, My Lady, sinceramente te estoy agradecida por las molestias que estoy ocasionándote con mi presencia y mi debilidad... Por otra parte, he de pedirle perdón una vez más si mi rechazo se convierte en un nuevo agravio, pues no deseo apartarme de estos manuscritos, no aún.... Ocurre... que se trata del diario que llevó mi hermano en sus aventuras, en las cuales no estuve presentes desde el comienzo, sino al final. Es el propio puño de mi hermano el que ha dejado su marca en estas desgastadas hojas, que no tengo forma de proteger para que perduren tanto como mi vida... Es... la última memoria tangible que me queda de él, y es por ello que no deseo alejarle de mí hasta que llegue el momento en que pueda tomar mi verdadera fuerza interior y pueda levantarme por mi propia mano... Por tanto le ruego una vez más me disculpe si considero que mi corazón es un tanto mejor refugio que esa hermosa barca que ha construido con tan noble fin -

Bordo estab cansado, el gran caballo peludo caminaba lentamente hasta llegar a la laguna de aguas calientes...Detente muchacho- dijo Korin- el corcel se detuvo mientras bajaba al agua a calentar su helado cuerpo..

Koriin se quitó la mayor parte de sus ropas y bajó al agua...Estaban deliciosas, un viaje largo y arduo y con todo esa nieve cayendole encima, meterse al agua fue lo mas relajante que habia sentido hace año...

Se quedo flotando en el agua mientras veia el cielo nublado amenzando con caer otros copos mas de nieve

Korin- El Asesino Santo

Habia una espesa cortina de vapor que subia del agua ademas del nublado cielo hasta que de un punto del lugar llegó una voz a sus oidos..al parecer no estaba solo en aquel lugar tan desolado..

No se quien sois, no se si sois angel o demonio, yo solo soy un caminante que fatigado por lo duro del camino y por el frio de este lugar decidio bajar al agua a calentar este cuerpo que casi esta como muerto y calentar a mi caballo.

Ademas el vapor esta alto y mi vision no es buena en este baño de aguas calientes, si os molesté. no fue con intención...

El caballero dejó de flotar, y se irguió tratando de percibir de donde provenía la voz.

Korin.- El Asesino Santo

Despues de unos instantes, y al pensar que estaba en una desventaja decidio salir de las termas con su caballo...

Se vistio rapidamente y salio de aquel lugar, aunque no del todo repuesto pero sigiloso

Korin

((perdon perdon u.u no habia podido venir...))

Sentía como las fuerzas la abandonaban lentamente. Cerrando sus ojos, sin poder lograr mantenerlos más tiempo abiertos, se tambaleó por unos instantes más, concentrando todas las energías que le quedaban en mantenerse de pie y abrazar las páginas roidas con el paso del tiempo, las cuales sabia, habian sido regalo divino de los grandes espiritus, así como de la propia alma de su difunto mellizo. Vagamente consiguió escuchar las palabras que le dedicaba aquella bellisima dama, sin percatarse que se acercaba. Lo mejor que pudo lograr fue asentir por toda respuesta a dichas oraciones, notando que las fuerzas le abandonaban ya por entero. Con su último aliento conciente, sintió que se dejaba caer, mas un calido abrazo la recibió evitando que llegara hasta el suelo. En medio de su estupor, manteniendo sus ojos cerrados pues no podia hacer más, notó como una preciosa luz, cálida y amorosa la rodeaba...

Por algunos instantes, que duraron una verdadera eternidad en su memoria, se vio de pie en aquella habitación en blanco que, suponia, debia ser el interior de su propia mente. Sentia como el calor de la vida volvía lentamente a su cuerpo, por lo que insintivamente decidió abrazarla, rodeandose a si misma con sus brazos (en el exterior, correspondiendo el abrazo a la Dama que habia acudido a ella), como si en aquel acto pretendiera evitar que la más minima energía escapara de ella. Por un segundo tambien, pudo ver a su Madre sonriendole, a lo cual respondió con el mismo gesto, dulcemente... Pero justo en ese momento, detrás de su maestra pudo ver otra silueta, la efigie de alguien que ella conocía, sonriendole...

Sorprendida abrió los ojos, unos ojos carmesí, brillantes, rebosantes de nueva vida y de una pureza inconcebible. En breves instantes logró reconocer el lugar donde estaba, pues las fuerzas habian vuelto a su ser, gracias a la energía de aquella dama. Justo cuando estaba por agradecerle, notó que hacia un cierto movimiento, hablando en aquella lengua tan lejana en sus recuerdos como fresca en esos minutos. Distinguió con facilidad la figura de un hombre, no muy distante de ellas. La mujer habia hablado de llamar a un muchacho para que la ayudase, por lo que durante fracciones de segundo creyó que se trataría de esa persona... mas, al escuchar sus palabras, retrocedió en sus conclusiones, al mismo tiempo que se posicionaba en guardia por mera costumbre.

Ya calculando qué movimiento debería efectuar si acaso el hombre las atacara, el movimiento de las aguas distrajo su atención, obligándola a ver por el rabillo del ojo al segundo muchacho que surgía de las aguas, al igual que hiciera la Dama que le acompañaba. No tuvo tiempo de reparar en la forma que le habia examinado, pero sí escuchó con toda claridad que le llamaba "mi señora", lo que le dio prueba más que suficiente que era más bien a él a quien anteriormente hubiese referido la mujer. Exhaló apenas un largo suspiro, creyendo que, si al menos estaban en ventaja numérica, el hombre no se atrevería a dañarlas, razonando todo esto en tanto que oia de paso sus palabras... si bien, su sorpresa no pudo ser totalmente disimulada cuando éste prefirió marcharse.

En antiguas èpocas, el que alguien hiciese eso para con ella, le habria afectado sobremanera. Esta vez, sin embargo, optó por mantener una posición neutra, pues de las intensiones verdaderas de aquel hombre nada sabia, aún cuando la curiosidad, avivada por sus energías ahora renovadas, llamaba a instigar más acerca de él, si acaso ese sujeto se quedaba o bien, si alguna vez volvían a encontrarse. Ahi, siguiendole con la mirada durante largos minutos, no tardó en dirigir sus ojos carmesí, ocultos a medias por algunos mechones platinados en su rostro, hacia los dos que habian surgido de las aguas en espera que declararan si acaso iban a llevarla aún a la Sagrada Isla o si permanecerían algunos minutos más en aquel sitio.